Lo más posible es que los conductores violentos no tengan ningún problema
con el mundo, sino consigo mismo. Por desgracia, en nuestras calles y rutas
circulan todo tipo de conductores: imprudentes, despistados, agresivos,
inconscientes, transgresores… Pero si hay un tipo de conductor que puede
aglutinar todas las malas artes, es el conductor violento. No estamos hablando
de personas violentas, sino de conductores violentos, podemos decir que
conducimos como vivimos, hay gente que cambia
completamente cuando se sienta al volante. Personas tranquilas, amables y
admirables, se transforman.
Un conductor agresivo “muestra sus
cartas”, no guarda la distancia de seguridad, ni la guardará, por lo que
mejor es quitarse del medio, sin embargo, un conductor violento tiene una carta
escondida y puede ir más allá, su mente maquiavélica puede haber diseñado una
estrategia para que tengas que pagar caro el no haberle dejado pasar en un
momento dado o sencillamente alguien se cruzo en su camino. Esta violencia es
irracional, por eso algunos de estos conductores violentos, muestran una
especial antipatía, y mayor desprecio por los colectivos (taxistas, ciclistas,
camioneros y muy peligrosamente por los peatones.)
No todos los antisociales son violentos, pero en muchos casos ambas
conductas van asociadas. Las personas que son violentas fuera del vehículo también
lo son cuando conducen. Existen una serie de factores que aumentan la tensión
en los conductores y que “sacan de sus casillas” al más tranquilo. El exceso de
tránsito, el ruido, una temperatura insoportable o los cortes de calles por
protestas sociales, acaban irritando al conductor que se siente como bestia
enjaulada.
Según la American Psychological Association, dice que las personas que
conducen enfadadas son más propensas a actuar de manera impulsiva, aumentan la
velocidad, no respetan las normas y se muestran más violentas con los demás. Por
otra parte otros estudios sobre la ansiedad y su influencia en los conductores,
revela tres situaciones que cambian notablemente nuestra actitud en las calles
y rutas: la prisa, la congestión del tránsito y no poder
disfrutar de la prioridad.
La prisa hace que 6 de cada 10 conductores cambie completamente su actitud
al volante. Por otra parte, la perdida de poder disfrutar de la prioridad, cuando la señal del semáforo habilita la circulación,
ya es un clásico tocar la bocina al
instante al que esta adelante, también circulando correctamente por “el carril
correcto” produce cierta agresividad en aquellos automovilistas que buscan el
sobrepaso por cualquier lugar, porque cree que le están arrebatando esa prioridad de la que él cree gozar, por diferentes factores y no vacilará
en hacérselo saber al otro conductor de
la forma más enérgica posible.
LA EDUCACIÓN VIAL…. ES FUNDAMENTAL
Si estas conductas no cambian, y para ello es el ser humano es quien deberá
observar este comportamiento, pone en riesgo a los futuros
conductores, que son los hijos, los sobrinos, los amigos de los hijos, que ante las acciones violentas de los
mayores, no se le está permitiendo disfrutar
de modelos de conductas adecuadas, si queremos eliminar la violencia de las
calles y rutas.
Los niños aprenden por imitación, hacen lo que ven, por ello es muy
importante brindarle a los chicos una
educación basada en el respeto por los demás, y cuando vayamos en automóvil con
ellos, pensemos bien que nuestras conductas las toman como el camino a seguir.
Si queremos que en un futuro la convivencia en las calles sea mejor, la llave la
tenemos en nuestra mano, UNA BUENA EDUCACIÓN
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