“LA SALUD MENTAL DE LAS VÍCTIMAS DE ACCIDENTES DE TRANSITO NO SE CUIDA”


El domingo, 21 de noviembre de 2010, se conmemoró el Día Mundial en Recuerdo de las Víctimas de Accidentes de Tráfico. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los accidentes en carretera provocan la muerte de cerca de 1,3 millones de personas y daños o alguna incapacidad a otros 50 millones. Constituyen, además, la principal causa de mortalidad entre los jóvenes de edades comprendidas entre los 10 y los 24 años.
En octubre de 2005, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó una resolución que instaba a los gobiernos a declarar el tercer domingo de noviembre como Día Mundial en Recuerdo de las Víctimas de Accidentes de Tráfico. El día se creó con el objetivo de ofrecer reconocimiento a las víctimas de accidentes y a la difícil situación de los familiares que se enfrentan a las consecuencias emocionales y prácticas de estos trágicos sucesos. Precisamente para tratar estos temas, Infocop Online ha entrevistado a Francisco Canes Doménech, Presidente de la Asociación Estatal de Víctimas de Accidentes DIA.
LA ENTREVISTA
Desafortunadamente, casi todos los días los accidentes de tráfico son noticia en los principales medios de comunicación. Conocemos las cifras de accidentes, pero no la repercusión de estos hechos en la vida de los afectados. ¿Qué riesgos puede suponer para la salud mental de las víctimas y los familiares la experimentación de un suceso de estas características?

En la Asociación Estatal de Víctimas de Accidentes DIA recibimos alrededor de 1.400 consultas anuales, entre llamadas al 902-36-71-76 y a través de nuestra Web, y la primera conclusión que extraemos, y lo que nos preocupa, es que entre las prioridades tras un accidente no se suele encontrar la salud mental, que siempre está en segundo plano. Venimos detectando procesos crónicos de depresión debidos a una nula atención de la salud mental. Estos trastornos afectan más a víctimas a las que el siniestro ha desencadenado pérdidas físicas definitivas y/o pérdidas patrimoniales o de ingresos sustanciales. En cuanto a los familiares, su salud mental se deteriora radicalmente por la pérdida definitiva de un ser querido, especialmente si es joven, y si no se ha realizado un proceso de duelo adecuado. Esto último es lo habitual.

Los accidentes de tráfico son uno de los motivos más frecuentes de actuación de los servicios de emergencia. ¿Considera que, hoy en día, el sistema sanitario garantiza una respuesta adecuada a las víctimas de accidentes? En caso contrario, ¿cuáles son las principales carencias o dificultades a las que se enfrentan las personas que sufren estos siniestros?
La atención a la emergencia física presenta, en líneas generales, un nivel alto. En cuanto a la atención integral a la salud de las víctimas de accidentes y de su entorno, nuestro sistema sanitario es bastante deficiente; empezando por la forma en que se comunica la noticia del accidente -que no es, habitualmente, nada adecuada-, todo el procedimiento de atención a las víctimas se puede calificar, como mínimo y siendo benevolentes, como inexistente. De todos es conocido que la salud mental de las víctimas no se cuida, ni tampoco existe una información y apoyo social y familiar para estos procesos.
Estamos preparando una iniciativa legislativa para intentar que esto se contemple como un derecho básico al igual que se hace con la asistencia sanitaria física. La Asociación Estatal de Víctimas de Accidentes DIA procura suplir esas carencias, pero somos una ONG y nuestras posibilidades son limitadas. Estamos preparando material para suplir, en lo posible, esta deficiencia y desde esta publicación quiero aprovechar para pedir la colaboración de los psicólogos que lo deseen.

Como presidente de la Asociación Estatal de Víctimas de Accidentes DIA, ¿cuáles son las demandas prioritarias de este colectivo? ¿Qué sería necesario mejorar para atender adecuadamente sus necesidades?
Deben establecerse protocolos para comunicar estas noticias, tanto si hay fallecidos como heridos, y en las zonas de urgencias debe haber psicólogos encargados de proporcionar atención y recursos psicológicos a las víctimas y a los familiares. En esta línea va nuestra iniciativa comentada en la pregunta anterior. Todos los equipos de emergencias deberían comunicar un fallecimiento traumático por accidente de manera adecuada y que existiese (en urgencias, UVI, tanatorios,…) como mínimo, un teléfono 24 horas donde cualquier familiar, conocido, etc., pudiese acceder a conocimientos básicos de cómo actuar y cómo recibir asistencia personal.
Nosotros tenemos muy avanzado el proyecto y esperamos, si conseguimos apoyos, ponerlo en marcha este año próximo. No se puede dejar a las familias totalmente desamparadas en estas situaciones traumáticas. Y de nuevo volvemos a pedir la colaboración de los profesionales de la psicología para asesorarnos y participar.
En estos momentos, la Asociación está realizando un Estudio de Necesidades Psicológicas y Sociales de las Víctimas de Accidentes de Tráfico. ¿Por qué el interés en el estudio de estos aspectos? ¿Qué objetivos se persiguen con la realización de este estudio?

Porque estamos convencidos de que son necesidades latentes que contribuirían a disminuir la pérdida de bienestar tras el accidente, pero de las que no existe consciencia, ni tan siquiera, por parte de las víctimas, que centran sus esfuerzos en recuperarse físicamente y en las pérdidas económicas del accidente. Tan importante es la salud mental para el desarrollo posterior del proceso, como las otras dos cuestiones. El objetivo es detectar esa necesidad oculta y poder cuantificarla, con un cuestionario específico, para exigir a las administraciones medidas de soporte psicológico y social para las víctimas y familiares que, no lo olvidemos, también son víctimas porque igualmente sufren las consecuencias del accidente. Debemos agradecer a la Dirección General de Tráfico (DGT) y a la Fundación ONCE el apoyo a este estudio que, posiblemente, tendrá continuidad con otras variables en 2011.
Bajo su punto de vista, ¿qué papel juegan los psicólogos y la intervención psicológica en la atención a las víctimas de accidentes de tráfico? ¿Qué beneficios supondría la incorporación de estos profesionales en el proceso de atención?
Su papel es fundamental, cuando hablamos de salud no podemos olvidar el bienestar psicológico. Tanto para superar las consecuencias del accidente como, -y no se tiene nunca en cuenta-, para hacer desaparecer el rencor hacia el que lo provocó. Ese rencor debe atemperarse porque sólo produce más dolor. La asistencia psicológica debería extenderse a quien ha provocado el accidente sin que haya mediado una conducta delictiva (alcohol, imprudencia temeraria, etc.) ya que, aunque sea el causante del siniestro, no hubo mala fe, y suele pasar por procesos extremadamente dolorosos. En la Asociación DIA no juzgamos, para eso están los tribunales; intentamos ayudar a superar el dolor e informamos, sobre todo, sobre lo que concierne al accidente. Pensemos, por ejemplo, en un padre de familia, que pasa muchas horas al volante, y que provoca un accidente porque se duerme y mata a alguien. Él es el responsable pero no culpable de manera estricta y, si no recibe atención adecuada, le acarreará graves secuelas psicológicas.
Para terminar, ¿le gustaría añadir algún comentario más?
Me gustaría insistir en la idea de que la Asociación Estatal de Víctimas de Accidentes DIA está muy preocupada por conseguir una atención psicológica para las víctimas y sus familias. Por este motivo pedimos, hasta que eso llegue, la colaboración de colegios y de redes de psicólogos para poder ofrecer este servicio con un coste contenido en todo el estado. Nuestra prioridad ahora es conseguir que el nuevo sistema de valoración de daños personales por accidentes de tráfico (Baremo), que estamos negociando con las aseguradoras y el Gobierno, contemple adecuadamente el cuidado de la salud mental de las víctimas incluyendo a las familias.
Por otra parte quiero recordar que el futuro pasa por una mejor atención a las víctimas pero, sobre todo, por la disminución de los accidentes y de la gravedad de los mismos.

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