Los números son claros al indicar que, en la mayoría de los accidentes de tránsito, las víctimas son motociclistas que por imprudencia o bajo efectos del alcohol, sufren severas lesiones o pierden la vida. Las estadísticas siguen acumulando porcentajes y en cada fin de semana los accidentes de motociclistas son mayores.
Debemos entender que las motos llegaron para quedarse. Aunque generen resistencia en varios sectores de la sociedad, hay que aceptar que su presencia en las calles es masiva. Lo sensato es, la aplicación de normas más fuertes, pero también mucha pedagogía, información y fundamentalmente formación, para lograr que todos podamos convivir.
Es hora de mirar las cosas quizás desde otras perspectivas, buscando casos exitosos de otros lugares e imitarlos al menos, que las medidas no se queden en el papel o en la ocasionalidad política. Nada justifica que un símbolo de progreso como son las motos, siga siendo fuente de dramas y tragedias.
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