Mirando la SEGURIDAD VIAL desde la perspectiva de la siniestralidad, por su compleja y masiva recurrencia tiene consecuencias directas e indirectas que afectan gravemente a la población. Entre las primeras: los muertos, los lesionados las pérdidas materiales; entre las segundas: la destrucción de familias, las secuelas físicas y psicológicas, la alteración del proyecto de vida trazado, la perdida de años de una vida soñada.
Promediando
las estadísticas oficiales
y no oficiales
estamos en condiciones de afirmar
que en Argentina mueren más 37 personas
por día a causa de los siniestros del tránsito. Se trata
de una verdadera endemia social
que se ubica en un lugar preponderante de la agenda pública estatal y social.
Hoy podemos
afirmar que los denominados
“accidente de tránsito” son SINIESTROS
VIALES , y se constituyen en una
singular y aguda forma de violencia que altera
la vida de las personas, la tranquilidad de las comunidades y la
libertad de los individuos, afectando el derecho a gozar plenamente de la
existencia.
Esta endemia social tiene también connotaciones de
inequidad social porque como bien
dice la OMS:
“Los estudios realizados
demuestran que las
Colisiones de Vehículos tienen
un impacto desproporcionado en
los sectores más
pobres y vulnerables de la sociedad”.
Hablamos de siniestros, en vez de accidentes porque el
último término implica algo imprevisible, inevitable, sin embargo en más del
95% de los casos existe error humano que los provoca. Los más afectados son los
jóvenes entre 19 y 35 años, los peatones, las habitantes de zonas rurales. Por
ello, la concientización de todos pero en especial de estos sectores sociales
es fundamental para la seguridad.
Hay muchísimas situaciones que demuestran que falta
una política estatal
unificada en materia vial que contribuya a una verdadera e
indelegables responsabilidades para tomar el tema con la importancia que merece,
hay carencia de una definida política
estatal en la materia de seguridad vial a eso debe agregarse que la sociedad
pareciera haber quedado
gobernada por su
propio accionar y ser observadora de la pasiva
irresponsabilidad de los organismos del estado. Cuando hablamos de Estado
involucramos a todos, provincial y municipal.
Por ignorancia, o por burocracia, o por soberbia, las
autoridades piensan que tienen las cosas resueltas o encaminadas a resolverse
cuando la realidad nos muestra a diario que los siniestros viales están diezmando a los más jóvenes que
estadísticamente son los más perjudicados.
La gente está molesta, y a veces con razón. Se siente que
solo hay políticas recaudatorias y estas no
están acompañadas de una verdadera formación vial, solo son una gran fuente de ingresos y notas
periodísticas de cuantos autos y motos secuestradas por alcoholemia los fines
de semana.
Hay que cambiar
las actitudes de los conductores, no esperar a que hagan algo incorrecto para
sancionarlos. Para ello son necesarias
las políticas de prevención y educación, con objetivos a corto, medio y largo
plazo. El operativo exitoso será cuando no se retenga ningún vehículo,
porque está todo como lo dictan las normas; cuando los accidentes producidos
por factores humanos sean de niveles bajos para lo que hoy en día tenemos como
normal y todos seríamos un poco más conscientes de lo que hacemos al conducir o
como peatón.
Desde el Estado Provincial y todas las municipalidades en
particular de la provincia, tienen que dar el puntapié inicial y permitir que
los que tenemos una visión distinta de las tareas que se vienen haciendo desde
hace tantos años, seamos escuchados y tomados en cuenta con un objetivo en
común. Hay mucha voluntad desde la gente, profesionales, conductores, o
personas que quieren un mejor lugar para circular y vivir.
Nos preguntamos el por qué cuesta tanto establecer a la
seguridad vial como prioridad, en las instituciones educativas, en los organismos públicos y en
la gente. Porque muchas veces hay soberbia de pensar que todo se sabe, que
nunca me puede pasar, y ese es el primer error que cometemos, más aun en una
sociedad donde equivocarse y no asumirlo parece ser un castigo y no un avance.
No es difícil cambiar esto, se necesita voluntad política en asumir el costo de
corregir los abusos de la sociedad.
Como parte de la sociedad que somos, mucho le exigimos al
gobierno, pero de nada servirá su accionar si la racionalidad en la conducta
vial no se consolida socialmente. Porque
el factor humano es la mayor causa de la siniestralidad en el
tránsito, la educación vial debe
constituirse en la estratégica política
para la prevención.
Es de vital
importancia que la
sociedad en su
conjunto asuma la gravedad de los hechos lamentables en rutas y calles, que
nos ha transformado
en sus cotidianos
rehenes y definir una
posición clara que nos involucre a todos, gobernantes
como gobernados, mediando
activamente entre lo
público y lo
privado, entre educadores
y educandos, entre medios
de comunicación y
ciudadanía. La voluntad colectiva de la sociedad será la única que pueda enderezar este flagelo que convive en
nosotros.
DATOS
En los últimos 15 años en el país murieron 113.276
personas en accidentes de tránsito.
Se duplicó el uso de los celulares por parte de los
conductores, y se triplicó en el caso de los peatones.
Se elevo el número de muertes por la falta de uso de
cascos; de cinturones de seguridad; el cumplimiento de los límites de
velocidad; y el control del consumo de alcohol y/o drogas de los conductores.
CHACO
(Datos de hospitales provinciales)
• CHARATA / 2012/13/14 Ingresaron 787
accidentados – 14 muertos
• CASTELLI /
2012/13/14 Ingresaron 424
accidentados - 5 muertos
• RESISTENCIA 2013 Ingresaron 15507 accidentados 62 muertos
Resistencia 09 de Junio de 2014
GESEVI (Gabinete de Educación y Seguridad Vial)
FERNANDO BROLESE Coordinador