Esta medida, sobre la que se ha legislado en gran parte del mundo, vino a resolver uno de los problemas que más afectaba la seguridad en las rutas y que tenía que ver con el color de los rodados, al acreditarse que el ojo humano no percibe de igual manera los colores, sobre todo durante la noche o en el crepúsculo. Así, el negro, rojo o morado aparecían como los colores más difíciles de percibir, situación que pasa a ser inocuo con el solo hecho de llevar las luces bajas encendidas, lo que indudablemente contribuye enormemente a percibir todos los rodados al mismo tiempo y poder decidir las maniobras a realizar.
Muchos automovilistas creen cumplir con la reglamentación encendiendo las luces de posición, pero se demostró que dichas luces, de menor intensidad, prácticamente no son perceptibles en el tránsito diurno.
LAS LUCES BAJAS SIEMPRE ENCENDIDAS